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Basílica de la Estrela

Se encuentra entronizada como una reina en una de las colinas de Lisboa: la Basílica da Estrela. Y en el transcurso de su historia, ha sido efectivamente elevado a la categoría de regente, pues el nombre completo de este poderoso lugar de culto de la capital portuguesa es "Real Basílica e Convento do Santissimo Coracao de Jesus", que se traduce como "Real Basílica y Convento del Sagrado Corazón de Jesús".

Acción de gracias por el nacimiento del heredero al trono

Las características más destacadas de esta orgullosa basílica del siglo XVIII son la cúpula blanca como la nieve y las torres con una cruz. Todos ellos se elevan sobre el barrio y el sombreado parque "Jardim da Estrela". La iglesia, con su monasterio carmelita adyacente, debe su creación a los posteriores regentes María I y Pedro III. Cuando María I ascendió al trono real de Portugal, encargó la construcción y esperó un heredero varón al trono. Se les entregó en 1761, y lo bautizaron como José de Braganza.

Fachadas blancas y mármoles de colores

La Basílica da Estrela tardó 21 años en estar terminada, en 1790, y su forma se asemeja a la del Palacio Nacional de Mafra, el mayor complejo de palacios y monasterios de Portugal, a cincuenta kilómetros al norte de Lisboa. El blanco sigue siendo el color dominante de las enormes fachadas, construidas con piedra arenisca de los alrededores. En cambio, el interior de la basílica se diseñó con un colorido mármol. Las pinturas y los frescos son obra del pintor italiano Pompeo Girolamo Batoni, que retrató a varios papas en Roma.

La Reina murió en Brasil

Machado de Castro, uno de los más grandes escultores de la historia del país, fue el encargado de realizar algunas de las esculturas. También creó la famosa estatua ecuestre del rey portugués José I en la Praca do Comércio de Lisboa. Pero también merece la pena ver el gran belén de la basílica, también obra de de Castro. La reina María I, que huyó a Brasil de las tropas de Napoleón en 1807 con toda su corte y un total de 15.000 personas, fue repatriada tras su muerte en 1816 y encontró su última morada en la Basílica da Estrela.